El Cid Campeador
Rodrigo Díaz de Vivar nació en un pueblo de Burgos (Vivar) probablemente en 1043 y estuvo al servicio del rey Sancho de Castilla. Cuando éste muere en el cerco de Zamora, Rodrigo intentó vengar su muerte y cayó en desgracia ante su nuevo rey, Alfonso VI. Por este motivo, sufrió el destierro de Castilla. Conquistó y gobernó la ciudad de Valencia. Finalmente murió en el año 1099. Su cadáver fue inhumado en el monasterio de Cardeña. Alrededor de su sepulcro surgieron un culto casi religioso a sus reliquias y también muchas leyendas.
A mediados del siglo XII, parece que los monjes comenzaron a recopilar dichas leyendas y a dar configuración definitiva al Cantar de Mío Cid.
El Cid en la literatura
La vida del caballero despertó rápidamente el interés y así a los pocos años de su muerte, se recopilaron las leyendas sobre su figura y se configuró el cantar o poema que hoy conservamos.
El tema principal del Cantar es la recuperación del honor perdido del caballero de Vivar, honor que pierde en dos ocasiones. La primera, al ser acusado por sus enemigos ante el rey de haberse quedado con parte de los tributos hecho que le acarrea el destierro. La segunda, tras la afrenta sufrida por sus dos hijas que son apaleadas y abandonadas por los infantes de Carrión.
Otros temas que podríamos considerar secundarios nacen del principal y colaboran en la restitución del honor de Rodrigo: el deseo de poder y riquezas para obtener de nuevo el favor real y el prestigio social; la justicia, pues el Cid aparece siempre caracterizado como un caballero justo, un buen soldado y un fiel vasallo.
Tiene tres partes:
-Cantar del destierro
El rey Alfonso VI destierra al Cid, que se ve obligado a partir, dejando a su esposa Jimena y a sus dos hijas, Elvira y Sol. Para pagar a sus leales compañeros pide un préstamo a Raquel y Vidas, unos judíos de Burgos. El Cid inicia sus gloriosas conquistas y acumula riquezas que le permiten agasajar al rey mediante regalos. Acaba con la conquista de Valencia.
-Cantar de las bodas
El Cid entra triunfal en Valencia. Finalmente, el rey lo perdona y le concede poder reencontrarse con su esposa y sus hijas, conducidas hasta Valencia por Álvar Fáñez. Los infantes de Carrión, Diego y Fernando González, movidos por la envidia y la avaricia, solicitan en matrimonio a las hijas del Cid y se celebran las bodas.
-Cantar de la afrenta de Corpes
Los infantes de Carrión, enojados por las burlas recibidas tras un episodio en el que muestran su cobardía, piden permiso para llevar a sus esposas a Carrión. Durante el camino, las maltratan y las dejan atadas a unos árboles cerca de Corpes. Al enterarse, el Cid convoca un torneo para recuperar su honor. Tras vencer a los infantes, Rodrigo Díaz de Vivar casa a sus hijas con los infantes de Aragón y Navarra.
Rodrigo Díaz de Vivar nació en un pueblo de Burgos (Vivar) probablemente en 1043 y estuvo al servicio del rey Sancho de Castilla. Cuando éste muere en el cerco de Zamora, Rodrigo intentó vengar su muerte y cayó en desgracia ante su nuevo rey, Alfonso VI. Por este motivo, sufrió el destierro de Castilla. Conquistó y gobernó la ciudad de Valencia. Finalmente murió en el año 1099. Su cadáver fue inhumado en el monasterio de Cardeña. Alrededor de su sepulcro surgieron un culto casi religioso a sus reliquias y también muchas leyendas.
A mediados del siglo XII, parece que los monjes comenzaron a recopilar dichas leyendas y a dar configuración definitiva al Cantar de Mío Cid.
El Cid en la literatura
La vida del caballero despertó rápidamente el interés y así a los pocos años de su muerte, se recopilaron las leyendas sobre su figura y se configuró el cantar o poema que hoy conservamos.
El tema principal del Cantar es la recuperación del honor perdido del caballero de Vivar, honor que pierde en dos ocasiones. La primera, al ser acusado por sus enemigos ante el rey de haberse quedado con parte de los tributos hecho que le acarrea el destierro. La segunda, tras la afrenta sufrida por sus dos hijas que son apaleadas y abandonadas por los infantes de Carrión.
Otros temas que podríamos considerar secundarios nacen del principal y colaboran en la restitución del honor de Rodrigo: el deseo de poder y riquezas para obtener de nuevo el favor real y el prestigio social; la justicia, pues el Cid aparece siempre caracterizado como un caballero justo, un buen soldado y un fiel vasallo.
Tiene tres partes:
-Cantar del destierro
El rey Alfonso VI destierra al Cid, que se ve obligado a partir, dejando a su esposa Jimena y a sus dos hijas, Elvira y Sol. Para pagar a sus leales compañeros pide un préstamo a Raquel y Vidas, unos judíos de Burgos. El Cid inicia sus gloriosas conquistas y acumula riquezas que le permiten agasajar al rey mediante regalos. Acaba con la conquista de Valencia.
-Cantar de las bodas
El Cid entra triunfal en Valencia. Finalmente, el rey lo perdona y le concede poder reencontrarse con su esposa y sus hijas, conducidas hasta Valencia por Álvar Fáñez. Los infantes de Carrión, Diego y Fernando González, movidos por la envidia y la avaricia, solicitan en matrimonio a las hijas del Cid y se celebran las bodas.
-Cantar de la afrenta de Corpes
Los infantes de Carrión, enojados por las burlas recibidas tras un episodio en el que muestran su cobardía, piden permiso para llevar a sus esposas a Carrión. Durante el camino, las maltratan y las dejan atadas a unos árboles cerca de Corpes. Al enterarse, el Cid convoca un torneo para recuperar su honor. Tras vencer a los infantes, Rodrigo Díaz de Vivar casa a sus hijas con los infantes de Aragón y Navarra.
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