jueves, 7 de mayo de 2009

Poemas nuevos para el Árbol de Poesía

Con la llegada de mayo y el calor, a nuestro Árbol de poesía le van a salir nuevas Hojas-Poemas, y esta vez serán hojas muy viajeras, llegadas de distintos sitios de Europa.

Llegan nuestros amigos del Comenius durante la semana del 11 al 15 de mayo; alumnos y profesores de distintos lugares de Europa vendrán a nuestro Centro, el IES Izpisúa Belmonte, de Hellín, participarán en muchos proyectos y uno de ellos relacionado con la lectura será la colocación de distintas hojas-poemas en nuestro Árbol con textos representativos de sus respectivos países y lenguas. La selección de poesía española la podeís ver aquí. Son poemas que vale la pena leer y disfrutar.

Antonio Machado


Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía, bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.


Juan Ramón Jiménez


¡Ya, ni los libros, ni los rosales…, ni el alma,
me sirven de refugio de la melancolía!
¡Cállate, ocaso suave!... ¿Qué me vale esta calma
de oro, con el aroma de la muerte del día?

¡Cuán grato me era enantes ahogar entre las rosas,
o entre los versos, o entre el ensueño, los desdenes!
¿Con qué dulzura ornaban las tardes suntuosas
la dolorida pesadumbre de mis sienes!

¡Hoy, cuando el incesante limar de la tristeza
ha dejado mi abril seco como el invierno,
hoja a hoja, amarillo, cae de mi belleza
el anhelo divino de lo puro y lo eterno!



Pedro Salinas (de “La voz a ti debida”)


No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo



Luis Cernuda ("Los placeres prohibidos")


Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.




Miguel Hernández


Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios
y son mis manos sin las tuyas varios
ntratables espinos a manojos.
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
Y la olvidada imagen de tu huella
Que en ti principia, amor, y en mí termina.



Ángel González


Canción De Amiga

Nadie recuerda un invierno tan frío como éste.
Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.
Helado está también mi corazón,
pero no fue en invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.
No recuerdo un invierno tan frío como éste.



Jaime Gil de Biedma


De Vita Beata

En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.


Antonio Martínez Sarrión


RIQUEZAS
Unos sostienen sus huertos oreados,
sus panales, sus eras y sus viñas,
mas no conocen las fases del mosto.
Yo no te tengo más que a ti.
Otros tienen sus flotas y arsenales
y capean temporales en la Bolsa
durmiendo entre unos brazos mercenarios.
Yo no te tengo más que a ti.
Los demás tienen prisas y negocios
tratan de llegar pronto a una cita
para que esta demencia continúe.
Yo no te tengo más que a ti.

Víctor Botas

ENCUENTRO INESPERADO

Es posible que no te dieras cuenta. Pero

ayer, por un momento, estuve a punto

de emborracharme viéndote. ( Qué suerte

de alcohol habrá en tus ojos

me pregunto, tratando

de recordar ahora, aquella mesa,

con un par de cafés, y la delgada

longitud de tus manos). No, no temas,

que no te haré la corte: no podría

correr tanto

peligro:

como tantas

veces he conseguido demostrar,

soy muy cobarde, amiga.



Antonio Gamoneda

Malos recuerdos
La vergüenza es un sentimiento revolucionario
KARL MARX

Llevo colgados de mi corazón
los ojos de una perra y, más abajo,
una carta de madre campesina.
Cuando yo tenía doce años,
algunos días, al anochecer,
llevábamos al sótano a una perra
sucia y pequeña.
Con un cable le dábamos y luego
on las astillas y los hierros. (Era
así. Era así.
Ella gemía,
se arrastraba pidiendo, se orinaba,
y nosotros la colgábamos para pegar mejor).
Aquella perra iba con nosotros
a las praderas y los cuestos. Era
veloz y nos amaba.
Cuando yo tenía quince años,
un día, no sé cómo, llegó a mí
un sobre con la carta de un soldado.
Le escribía su madre. No recuerdo:
«¿Cuándo vienes? Tu hermana no me habla.
No te puedo mandar ningún dinero...»
Y, en el sobre, doblados, cinco sellos
y papel de fumar para su hijo.
«Tu madre que te quiere.»
No recuerdo
el nombre de la madre del soldado.
Aquella carta no llegó a su destino:
yo robé al soldado su papel de fumar
y rompí las palabras que decían
el nombre de su madre.
i vergüenza es tan grande como mi cuerpo,
pero aunque tuviese el tamaño de la tierra
no podría volver y despegar
el cable de aquel vientre ni enviar
la carta del soldado.

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