TRATADO FINAL
De cuando Lázaro abandonó a su amo y a su esposa y por casualidad encontró a su madre
Por las lenguas de la gente, y por la duda, partí hacia otro amo en mi época adulta.
Cuando llevo varios días en la calle, sin pan que echarse a la boca y solo el agua encharcada de la calle, desfallecí en una de las calles de Alcalá de henares. Poco después una mujer mayor de aspecto señorial, se me acerca, me da tres monedas y me invita a pasar a su casa a comer algo. Dentro la amable mujer me dice que le recuerdo a su hijo, y empieza a decirme:
- Hará ya hace muchos años, dejé a mi hijo a merced de un hombre por necesidad, también era pobre, pero ya que no le podía dar de comer, decidí que lo mejor seria dejarlo marchar. Como me arrepiento de aquello, poco después fui a servir a un noble soldado, del que acabé locamente enamorada. Nos fugamos con tal mala pata de que el, a causa de una caída desde un árbol murió. Me dejó todo lo que tenia, las malas lenguas dicen que era su fulana, que no tengo vergüenza, que soy una facilona, que mi vida es muy fácil… No conocen mi vida.
Yo callado y confuso asentía con la cabeza, recordando que yo me separé de mi madre. Ella seguía hablando.
- No tengo muy buena fama, apenas tengo amistades, y ya soy muy mayor, no puedo hacer cosas, ni tampoco tengo gente que me las haga, todos se niegan a trabajar conmigo… ¿Tu querrías?
- Sí - dije sin pensarlo
- Voy a la cama, hoy a sido un día agotador- dijo la mujer dirigiéndose a una puerta- puedo traerte una manta y si quieres enciende la chimenea, puedes dormir enfrente.
Pasaron los días, las noches, la mujer pasaba casi todo el día sentada en una ventana, prácticamente no se movía, yo le hacia todas las tareas, pude comprobar que la gente no le tenia demasiado cariño, pese a que había pasado mucho tiempo desde su fuga con el soldado toda la gente tenia en boca aquel momento.
Un día mientras descansaba, oí que la mujer dijo en voz baja, ‘’Lázaro’’ mi corazón empezó a latir fuerte mente, me acerqué a ella y le dije:
- ¿Madre?
Ella quedo boquiabierta y empezó a decir mientras me abrazaba:
- ¡Lázaro!
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